Si pensamos en Flores, es probable que la primera imagen que se nos venga a la mente sea la basílica. Así mismo, vecinos de otros barrios reconocen al nuestro por el hermoso templo. Por eso, no es extraño que más de un artista plástico tome al edificio como protagonista de su obra. El Museo posee una serie de cuadros alusivos al tema; de Barrani, Haurat, Alerborn y Barberis. En el último mes, la colección suma a un nuevo integrante.
Se trata del “Barrio porteño” un grabado con punta seca realizado por Julia Vigil Monteverde. Nacida en junio de 1918 en San Pedro, provincia de Buenos Aires, Julia fue profesora de Artes Decorativas, especializada en Dibujo. Se egresó en nuestro barrio, en la Escuela Profesional de Artes Decorativas Fernando Fader. Con gran éxito, Monteverde ilustró una gran cantidad de libros con sus xilografías y participó repetidas veces en el Salón Nacional. Ganadora de importantes premios, la artista pudo exponer su trabajo, tanto de manera individual como grupal.
Con una obra suya, el Museo Barrio de Flores recuerda a Guillermo Roux
La técnica utilizada en la obra adquirida por el Museo es un procedimiento de grabado de los denominados seco y directo. Para realizar esta técnica no se necesita ningún proceso químico ni barnices, solo punzón y plancha. El grabado punta seca permite todo tipo de rayados, curvados, entrecruzados, líneas cortas, largas, etc. Lo que facilita conseguir resultados parecidos a los del dibujo. Una vez realizada la “matriz” se la coloca junto al papel en una prensa y se imprime el motivo.
La imagen monocromática de la iglesia le da un aspecto más antiguo del o que originalmente es. El punto de vista elegido, es el clásico, posicionándose en la Plaza Pueyrredón, de frente a la fachada del edificio. Sin embargo la artista parece haberse ubicado más hacia el centro de la plaza, ya que un árbol cruza la imagen con una predominante diagonal. Cronológicamente podemos detectar un Flores de antaño, cuando la basílica era de los edificios más altos. Su campanario atrae todas las miradas por detrás, tímida, se asoma la ya familiar cúpula. Como fondo podemos observar un cielo cargado de nubes, que de alguna manera le brinda una sensación mística o apocalíptica para algunos. Para completar la descripción, vemos que hay personas sentadas en los bancos las cuales, al lado del impresionante templo, parecen simples puntos que se mueven.
Así, en un trabajo constante, el Museo sigue adquiriendo piezas de artistas que han tomado las calles florenses como inspiración. El caso de Julia es especial, ya que ella fue también alumna en Flores, y por lo tanto ha recorrido reiteradas veces los distintos rincones de nuestro querido barrio.