Muchos se preguntan que hay detrás de las paredes en la esquina de Bonifacio y Pumacahua. En medio de varios edificios, hay una construcción que posee el oxígeno necesario para el barrio de Flores. Desde hace 50 años, su sencillo estilo inglés da continuidad a la obra de los padres Misioneros de la Consolata; el fundador de esta orden fue el Beato José Allamano, beatificado por Juan Pablo II en 1990. Ahora será santificado el 20 de octubre, día de las misiones por el Papa Francisco en Roma.
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El espacio posee una capilla que por su estilo invita a todo aquel que entre a sentirse en comunión con Dios, su interioridad y sus ser. Por otro lado destaca su pequeño jardín, con plantas sencillas, árboles frutales; que dan oxígeno no solo a la bella de la casa, sino también al ambiente de su alrededor. El lugar es una fuente que ayuda a recordar el Edén que Dios regala a la humanidad para poder descansar.