El segundo cementerio que tuvo Flores se estableció en una parcela de terreno ubicado en las calles Varela, Remedios, Culpina y Tandil, precisamente donde hoy trabaja Ente de Higiene Urbana.
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Reservado solo para los católicos, este cementerio fue inaugurado en septiembre de 1832. Allí las familias tradicionales de Flores construyeron majestuosas bóvedas para sus difuntos. El espacio fue ampliado en 1850 y hasta recibió los restos de algunas de las víctimas de la batalla de Caseros.
El recinto tenía una campana que anunciaba el ingreso y el cierre de los cortejos fúnebres. Hoy, la planta de Higiene Urbana aún la conserva, pero según cuentan las leyendas, el personal tiene prohibido hacerla sonar porque eso anunciaría la muerte. Otros dicen que algunas noches, casualmente antes de algún evento fatal, se puede oír las campanadas aunque no haya nadie que la haga sonar…