Mucho antes de que existieran las computadoras, el internet y los mapas virtuales, las casas y las fachadas de cada cuadra del barrio quedaba grabada en la mente de los vecinos. Seguramente, todos recordamos a la perfección al menos una vereda del barrio de Flores.
Con el correr de los años, esas calles han ido mutando y muchas están casi irreconocibles. Otras han sido reemplazadas por enormes edificios, un símbolo de la aplastante modernidad. Sin embargo a quienes les gusta preservar la memoria cuentan con un as bajo la manga; el arte
En su búsqueda de obras, el Museo Barrio de Flores estaba detrás de una obra de Lola Frexas. Se trataba de una acuarela sobre papel de 30 x 40 cm, realizada en 1986, en la que se veía una edificación del siglo pasado con su típico frente de rejas y balcón en el primer piso.
La suavidad y precisión de la pincelada de Frexas daba la sensación de que la imagen se disolvía ante los ojos de los espectadores. La pieza, que se ofertaba por internet, no tenía una foto muy definida pero se podía distinguir el estilo clásico de la acuarelista. Finalmente, el equipo del Museo se puso en contacto con el vendedor y le pidieron una mejor imagen.
Cuando la recibieron, el destino se hizo presente. Debajo de su firma había un detalle que la hacía muy especial; una simple inscripción decía “R.L.Falcón”. La casa original estaba, entonces, ubicada en alguna cuadra de la calle donde casualmente el Museo Barrio de Flores tiene su sede.
Para este caso, la tecnología fue una herramienta que se transformó en aliada a la hora de rastrear aquella vieja construcción. Utilizando el Google Street View se trató de encontrar la casa que había pintado Lola.
Sin embargo la búsqueda no tuvo éxito. Muy probablemente, y como consecuencia de un tiempo en que lo pasado parece no tener valor, la edificación haya sido demolida para construir por encima.
De todas maneras, esto incrementa aún más el valor histórico del cuadro ya que la convierte en un vestigio de un tiempo que no volverá. Aún así, no todo está perdido; hoy la obra en cuestión ya forma parte de la colección permanente del Museo Barrio de Flores y puede ser visitada por los vecinos y vecinas de Flores.
Poco a poco y gracias al trabajo de esta institución en conjunto con los habitantes de estas calles, Flores está preservando su pasado, trabajando su presente y escribiendo su futuro.