El Colegio, la Capilla y la Plaza de la Misericordia unen la historia de Flores. De añosa arboleda, su manzana fue antiguamente la quinta de los Muratore, una de las últimas quintas sobrevivientes. Se llamaba La Moyosa (apodo de la hija mayor de la familia) y dejó de existir como tal en la década del cuarenta, siendo adquirida por la Municipalidad que la destinó a paseo público.
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La casona estaba en el centro del predio, que tenía su entrada principal a mitad de cuadra por Directorio, exactamente donde hoy confluye el camino central y los pocos escalones de acceso. Por Bilbao otro portón se abría a los carruajes familiares y proveedores.
Un breve tiempo se llamó “Plaza de la Soberanía” y al colegio, fundado en 1873, se les debe el logro de llevar su nombre.
En 1971, la esposa del reconocido escultor Octavio Fioravanti donó la escultura “Maternidad”.
Hace unos años, se entronizó una imagen de la Virgen, Madre de Misericordia. Su legado, su maternal protección y un suave perfume, lleva a todos un mensaje de paz. Atendidas por Gustavo, su guardaparque, casuarinas, falsos pimientos, tilos, araucarias y un gran número de especies originarias de la vieja quinta, dan un marco espectacular al espacio verde.