Juan Carlos Castagnino: de la Galería San José al Museo Barrio de Flores

Juan Carlos Castagnino fue uno de los más grandes artistas argentinos del siglo XX. Inmediatamente reconocible por sus caballos y gauchos, se inscribe dentro de la corriente del realismo social, dónde su compromiso y preocupación por las problemáticas de su tiempo marcaron buena parte de su carrera manifestándose, así, a lo largo de su trabajo. Por esto fue catalogado como “pintor social”, ya que utilizaba la pintura para denunciar y exponer los diversos modos de la injusticia y las desigualdades. La militancia de estos artistas muchas veces iba más allá de la pintura. Castagnino, por ejemplo, perteneció en la década del ‘20 al Partido Comunista de la Argentina y en 1933, formó parte del primer sindicato de artistas plásticos.

Si bien el pintor era oriundo de Mar del Plata, tuvo un vínculo muy importante con el barrio de Flores. Luego de formar el Taller de arte mural (con otros nombres como los de Berni, Spilimbergo o Colmeiro), en los años ’50, junto a otros renombrados artistas como Enrique Policastro y Demetrio Urruchúa ilustraron la cúpula de la Galería San José de Flores, ubicada en Rivadavia al 6836, inaugurada el 10 de Noviembre de 1956. La idea fue mostrar los distintos personajes de la sociedad que contribuyeron a la creación de la identidad florense. Juan Carlos, participó en este trabajo y representó el campo y la ciudad. Con grandes e imponentes figuras, el artista supo contrastar esos dos espacios que por aquellos años eran antagónicos. Policastro trabajó la figura de la Pachamama y Urruchúa utilizó como personaje principal a Baldomero Fernández Moreno, el gran poeta de Flores. Se dice que en la apertura del lugar se contrató un lunch con champagne, pero que los artistas prefirieron un menú popular de empanadas y vino acorde con la corriente de realismo social que los caracterizaba.

Hoy, más de 60 años después de la inauguración de la mítica galería, el Museo Barrio de Flores posee, gracias a una donación de Prol Propiedades, tres serigrafías realizadas por el gran maestro Castagnino en las cuales podemos encontrar su tan característico estilo y las influencias de su maestro Lineo Enea Spilimbergo. También el Museo posee las fotos originales del día en que la galería abrió sus puertas reuniendo a comerciantes, vecinos y autoridades de la época. En algunas de esas fotografías se puede encontrar la magnífica cúpula coronando el festín. Actualmente es quizás el único vestigio que nos queda de los años dorados de ese espacio que supo ser el punto más álgido de la actividad comercial de la zona.