El barrio de Flores tiene más de 200 años de historia. En todo ese tiempo, la imagen de lo que hoy conocemos como nuestro barrio ha cambiado mucho. Sin embargo con la memoria colectiva y ahora con la labor del Museo Barrio de Flores, se vuelve un poco más fácil reconstruir lo que fue el barrio en los comienzos de su historia.
A finales del siglo XIX, Flores era una zona de casas quintas de las familias más adineradas de aquel entonces. Como residencias de fin de semana, estos palacios solían estar construidos y decorados con una riqueza y opulencia que caracterizó a la Argentina de aquellos años. Hoy lamentablemente ya no queda casi ninguna de ellas en pie y solo podemos recurrir a la memoria y los relatos de los vecinos, o quizás a alguna fotografía. Sin embargo, como alguna vez se ha mencionado, el Museo Barrio de Flores lleva a cabo la tarea de preservar el pasado y para ello recibió una donación vital que hoy nos permite acercarnos un poco más a ese Flores de hace más de un siglo.
Juan José Lynch, el donante, se comunicó con el Museo para compartir unos planos de una vieja mansión que perteneció a sus antepasados en nuestro barrio. Con mucho entusiasmo, Lynch, se acercó al Museo para dejar varios objetos de su tía Lucia de Garay, dueña de la mencionada mansión, ubicada en lo que hoy es Lautaro y Bonifacio.
Entre las pertenencias donadas encontramos cubiertos de plata con mangos decorados, una sombrilla para el sol que en la punta posee una esfera pintada con un motivo Rococó, una ilustración de San José de Flores de quien era devota y una peineta. También hay un documento muy particular. Se trata de una petición de Bendición Apostólica e Indulgencia Plenaria en artículo de muerte para Lucia de Garay y sus consanguíneos y afines hasta el tercer grado inclusive. Básicamente este documento es una bendición especial que se les da a los que están en “peligro de muerte”.
Si bien puede parecer algo exagerado, esto nos habla no solamente de la Fe de la persona en cuestión, sino de la costumbre de una época en particular en donde las familias pedían por la bendición de sus familiares y seres allegados. La devoción a una iglesia en particular fue un práctica muy extendida en nuestro país que aún hoy sigue en pie. La petición donada, además, cuenta con el sello calado de la Elemosinería Apostólica, un órgano existente en la Santa Sede que tiene como objetivo la asistencia y ayuda de los necesitados.
Además de estas piezas, Juan contó como era la casa. Su fachada muestra la típica reja que bordeaba a estas construcciones y la imponente construcción en su interior. Con estos objetos, sumado al relato de los vecinos, el equipo del Museo tiene una base solida para seguir en el arduo camino de la reconstrucción de lo que fue Flores en los siglos pasados.