En varios locales del barrio se puede encontrar carteles con esa frase, pero no siempre fue así. En otros tiempos, el «fiar» era algo totalmente normal. Cuando el cliente no tenía el dinero suficiente, el comerciante lo anotaba a cuenta para la próxima compra.
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Esta acción hablaba de la confianza que había hacia el vecino y del vínculo que se generaba con el dueño del comercio. Los vendedores conocían a sus clientes de toda la vida, llegando a saber sus gustos, preferencias y sus historias. Por eso, anotar a cuenta era algo que hacían sin dudar.
El Museo tiene actualmente en exposición algunas libretas de cuentas que le pertenecieron a comerciantes el barrio. Una de ellas, de 1944, era de un carnicero del año 1944, con dirección en la calle Yerbal 2291. Otra de ellas, y una de las más interesantes, es una libreta de de registro de consumiciones de la Gran Provisión Hispana de Flores Wenceslao Sanroman, ubicado en la calle Bacacay 2502, esquina artigas. La misma registraba las compras que realizaba la Sra. de Dufau, con dirección en Rivadavia 7047 en el año 1956. Precisamente esta clienta estaba estrechamente vinculada con la famosa galería que lleva su nombre.