Aira y el Arte: la historia detrás de las tapas de sus libros

«No se debe juzgar un libro por su tapa». Esta frase se utiliza muy a menudo para enseñar, metafóricamente, a no sacar conclusiones sobre algo o alguien por la apariencia, sin conocer el contenido. En teoría no deberíamos dejarnos llevar por lo que aparece en la portada de un texto, sin antes haberlo leído. Pero, ¿Qué pasa si lo hacemos? Mejor dicho, ¿Qué pasa si la «tapa» de ese libro si tiene que ver con el contenido. ¿Y si de hecho estuviera diseñada de manera tal que nuestros ojos se van directo a ella? Esta relación imagen – texto es una de las más antiguas en el campo de las artes. Ilustraciones que materializan lo que nos dicen las letras, u oraciones que aclaran lo que vemos en un, dibujo o un pintura trabajan en conjunto desde tiempos remotos. Los libros, hoy en día, funcionan de la misma manera; las tapas son diseñadas de manera tal que el lector se sienta atraído al libro, al menos a averiguar de qué se trata. Lo interesante es que en las portadas de los libros podemos encontrar grandes obras de arte que han sido claves en la Historia del Arte. Mucho se ha hablado ya de la prolífica carrera de nuestro escritor y vecino César Aira. Y qué mejor que ejemplificar estas «artes de tapa» con alguno de sus títulos más interesantes. Un buen ejercicio es visitar el Museo Barrio de Flores, el cual posee una enorme colección de títulos de Aira. Comencemos.

Una de las tantas rarezas de esta colección, es una edición alemana de «Ema, la cautiva«, publicada en…Este es un buen caso para comenzar este análisis, ya que aunque uno no sepa de qué trata el libro, la palabra «cautiva» nos da la pauta de Ema, el personaje del texto se encuentra en esa situación. Ahora bien, en la portada nos encontramos con una escena donde vemos un grupo de lo que parecen ser nativos cabalgando a toda velocidad y llevan consigo a una joven que parece pertenecer a otra etnia. Se trata de una de las obras más impresionantes del arte argentino; «La vuelta del malón» pintada por Ángel Della Valle (1852-1903) en 1892. Si pensamos en el contexto histórico en el que se pintó, entenderemos por qué fue la obra más aclamada de Della Valle. El cuadro presentaba por primera vez en un gran tamaño un tópico central en el proceso de conquista y la eterna guerra de fronteras con las poblaciones indígenas de la pampa en el siglo XIX; el saqueo a los pueblos fronterizo, robo del ganado, y precisamente, el rapto de las cautivas. Por supuesto que la obra en cuestión da pie para debatir sobre el por qué y el cómo de esta escena, pero no es lo que nos interesa en esta ocasión. Volviendo a la imagen y poniéndola en relación al título del texto, vemos que la editorial recurrió a utilizar una ilustración lo más literal posible, sin uso de metáforas. Es destacable, que a pesar de tratarse de una editorial alemana, hayan utilizado un cuadro argentino. Para quien conoce la historia de Aira, precisamente Ema, es llevada utilizada tanto por una comitiva de soldados como por indígenas. Es decir, en este caso, no es casual el motivo elegido para ilustrar el libro. Seguramente, el propio Aira haya tenido poder de decisión al momento de seleccionar la pintura que le daría cara a esta versión de su texto.

Vamos con otro ejemplo; «Sobre el arte contemporáneo seguido de En la Habana», publicado por Random House en 2016. Antes que nada, es importante aclarar que estamos hablando de un escritor que sabe de arte. Aira, es un gran admirador de varios artistas, tanto nacionales como internacionales, y los cuadros suelen llamarle la atención. Volviendo al texto, este libro tiene un título bastante ilustrativo, aunque su tapa quizás no lo sea. El mingitorio que aparece dado vuelta es «La Fuente» de Marcel Duchamp (1887-1968), fechado en 1917. En primera instancia puede surgir la duda de si se trata de una obra de arte o no. Duchamp pertenecía al movimiento dadaísta que tenía por eslogan «a todo le escupimos». Uno de los objetivos de esta agrupación era terminar con lo con concebido hasta el momento en el mundo del arte y comenzar «desde cero». Acciones provocativas, aparente falta de relación entre las acciones y una actitud rupturista son algunas de las cualidades de Duchamp. El artista adquirió un urinal, lo llamó «Fuente» (determinando que se trataba de una obra de arte) y lo presento como tal en la Sociedad de Artistas Independientes en Estados Unidos. En sí, es una de las mayores críticas a la idea de obra de arte, de todo el siglo XX. Pero volviendo a la portada de Aira, la pieza de Duchamp no pudo haber estado mejor elegida, ya que se trata de una obra insignia del arte contemporáneo del que el título habla. Vemos nuevamente, el conocimiento y el gusto del escritor por el arte de todos los momentos históricos.

Citemos otro ejemplo. En 1991 el Grupo Editor latinoamericano editó una versión de «El Bautismo«. Para esta edición, se utilizó el fragmento de una obra que se remite al año 1425. Se trata del «El bautismo de los neófitos» del artista italiano Masaccio (1401-1428), figura clave del movimiento conocido como Renacimiento. La obra original es un fresco que forma parte de la decoración de la capilla Brancacci, ubicada en la Iglesia de Santa María del Carmine, en Florencia. La escena retrata el momento en el que San Pedro bautiza a algunos nuevos cristianos. Nuevamente, la elección de la obra para ilustrar el libro de Aira, se apoya en una opción segura; aunque no todos los lectores conozcan el fresco, sabrán de que trata el libro. Pero ¿qué pasa con aquellas portadas que no son tan evidentes?. En el libro «Actos de caridad» editado por Hueders, nos encontramos con lo que parece ser una planta de un edificio. El título, precisamente, tiene como protagonista a un sacerdote. Es ahí justamente donde el arte de tapa entra en juego; nos muestra la planta centralizada de una iglesia en forma de cruz griega. El juego simbólico está presente, pero ya no de manera tan obvia como en los otros casos citados.

Vemos así como esta relación entre texto e imagen cobra una importancia vital. A la hora de elegir un libro, no debemos negarlo, muchas veces nos vemos atraídos por las ilustraciones en sus tapas. Al menos nos da el impulso de tomarlo y leer de qué se trata. En el caso de Aira, esto va un poco más allá y funciona como ilustrador del tema o la acción principal del relato. Cómo las obras del autor suelen caracterizarse por parecer un poco caóticas (propio de su estilo dadaísta), es bueno, y hasta necesario, tener una imagen clara y fácil de aprehender que nos de al menos una pauta de lo que sucede en la trama. Una vez más vemos como en los trabajos de este gran escritor, nominado al Premio Nobel nada está librado al azar. En el mundo de Aira, todo tiene un por qué.

NT