Seguramente has visto varios colegios de ladrillo rojo sin ornamentación, pero ¿sabías que son el resultado de una búsqueda de modernidad?
Hacia mediados del siglo XX, la construcción de escuelas, respondía a los mismos criterios que regían los principios pedagógicos. Según Sarmiento, los colegios debían ser tan monumentales como la educación misma. Sin embargo, en lo que respecta al lenguaje arquitectónico, para finales de los años 40 se produjo una transformación, acercándose a una tendencia afín al Movimiento Moderno. Esto se debió a dos motivos: la necesidad de ruptura con la representación simbólica establecida y un problema económico ligado a la cantidad de escuelas necesarias y su mantenimiento.
Así, muchas escuelas se caracterizaron por el uso de una arquitectura monumental, con un carácter más funcionalista. La fachada buscaba reflejar lo que sucedía en el interior, con una escala más adecuada a su uso y a su contexto. Así mismo se caracterizaron por el uso del ladrillo, que permitía un mejor envejecimiento del edificio.
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En Flores, existen varios ejemplos de estas construcciones modernas entre las que se destacan la escuela “República del Salvador”, ubicada en Artigas 878 y la escuela Octavio Pico, en Lafuente 559. Ambas fueron diseñadas a finales de los años 40 por la empresa constructora Mazar Barnett y Giralt. Sus fachadas libres de ornamentación y su apariencia de “grandes cajas” son el distintivo de una época que priorizó la funcionalidad y los bajos costos, por sobre la decoración y el peso simbólico de los edificios.