Los hospitales del barrio de Flores

Los primeros vestigios de hospitales en el barrio de Flores se remontan a finales del siglo XIX, con el paso de la devastadora fiebre amarilla, que se cobró la vida del 8% de la población porteña. En ese contexto de caos y desesperación, surgió lo que sería el primer espacio para atención médica en el entonces pueblo de Flores; un lazareto sobre el camino de Guana (hoy avenida Gaona). Por otro lado, estaba el Hospital Vecinal Curapaligüe, antecesor del Hospital Álvarez

Dos años después, gracias a las donaciones de las damas de la Sociedad de Beneficencia de San José, comenzó a funcionar el Hospital de Caridad, que ofrecía establecimiento gratuito solamente a los enfermos indigentes. Este hospital duró hasta el año 1880.

Años más tarde, en 1895, ante la imperante necesidad de construir un hospital, se autorizó la compra de la manzana comprendida entre las calles Bolivia, San Eduardo, Condárco y Morón para instalar el “Hospital Vecinal de Flores”, hoy Hospital Dr. Teodoro Álvarez. Luego, a esta manzana se le añadiría la lindera integrada por Condárco, Terrada, San Eduardo y Morón. Luego de varios intentos de mejorar la organización asistencial, en 1898, el 16 de Mayo de 1901, quedó habilitado como el “Hospital de Flores”, con el doctor Juan F. Aranguren como primer director.

Años antes el Sanatorio de Flores fue el primer establecimiento modelo en su género con que contó nuestro país, dedicado al tratamiento de las afecciones mentales desde 1899. Por otro lado, hasta mediados de la segunda década del siglo XX, Flores Sur no contaba con ningún centro asistencial. En el marco de un constante crecimiento de la población, la zona recibió el benéfico legado del millonario Parmenio Teódulo Piñero, quien al morir a sus 67 años, dejó en sus testamento el deseo de dar parte de sus bienes a la Municipalidad para emplearlos en la construcción de un hospital que llevara su nombre. De este modo, el 18 de abril de 1915, se colocó la piedra fundamental del hoy Hospital Piñero.