El 17 de diciembre de 1936 nacía Jorge Mario Bergoglio, un nuevo integrante se sumaba a la familia del empleado ferroviario de origen piamontés Mario José Francisco Bergoglio y la joven ama de casa Regina María Sívori. El primero de cinco hermanos que jugaría por las plazas del barrio. Uno travieso que los vecinos verían crecer entre sus calles para convertirse, mucho tiempo después, en Francisco, el primer Papa Latinoamericano.
A pesar de que muchos creían que Jorge Mario Bergoglio había nacido en la vivienda ubicada en Membrillar 531 – que solo conserva un patio interior de la construcción original y hoy es «Sitio Histórico» de la Ciudad-, según su partida de nacimiento, su hogar natal se encuentra en la calle Varela 268, casa de puertas blancas donde la Legislatura porteña colocó una placa en el día de su cumpleaños número 78.
Pero su relación con el barrio va mucho más allá del lugar donde nació. Flores también lo vio crecer, jugar en sus plazas y descubrir su vocación.
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Infancia y adolescencia de Jorge Bergoglio
«Francisco tenía 4 años cuando sus padres lo inscribieron en el Jardín de Infantes del Instituto Nuestra Señora de la Misericordia, donde aún hoy lo recuerdan correteando por las escaleras. En esta parroquia, a sólo dos cuadras de la casa de Membrillar, toda la familia Bergoglio asistía a misa cada domingo, y fue allí donde el Sumo Pontífice aprendió a rezar y a memorizar los cánticos de la misa», comienza diciendo en su libro «Flores siempre es Bello», su autor Roberto D´Anna.
Pero como se trataba de una institución de monjas, exclusiva para niñas, siguió sus estudios primarios en otra escuela de la zona, la Nº 8, llamada «Pedro Antonio Cerviño», en la cual permaneció entre 1943 y 1948. El establecimiento, ubicado en Varela 358, todavía conserva los libros con sus calificaciones y las listas de asistencia. “Siempre sacaba suficiente en todo, pero hay que explicar que en aquella época las calificaciones que se otorgaban eran o suficiente o insuficiente, no como ahora’, explicó Roxana Domínguez, directora de la escuela. Y gracias al paso de Francisco por sus aulas, como algo casi obligatorio, se colocaron en ella dos placas: una de la Legislatura en el frente; y otra donde cursó su 1° grado inferior.
Sin embargo, su relación con la parroquia De la Misericordia nunca se cortó. Fue allí donde a los 9 años tomó su primera comunión y donde muchos años después, ya como sacerdote, ofició misa en cada acontecimiento importante de la congregación. «Cuando murió la hermana Dolores, que era la maestra que lo había preparado para la primera comunión, estuvo toda la noche arrodillado en oración en la capilla, al lado de ella. ¡Es un santo este hombre!», aseguró la hermana Marta cuando se enteró la emocionante noticia de que era el nuevo Papa.
En las veredas del barrio, muy cerca del actual Museo Barrio de Flores, Jorge Mario jugaba a la rayuela y se juntaba con sus amigos. Cada tarde, cuando salía del colegio, se sacaba el guardapolvo blanco y se iba a jugar a la pelota a la hoy plazoleta Herminia Brumana. Era un líder, fanático de San Lorenzo, que convocaba.
El llamado en la Basílica
Fue en la Basílica de San José de Flores (lugar recientemente filmado en la película «Los Dos Papas») – lugar que frecuentaba de chico cuando formaba parte de la Acción Católica – donde, a los 17 años, tuvo una revelación y descubrió su vocación religiosa. El 21 de septiembre de 1953, antes de ir a celebrar el Día de la Primavera con sus amigos, Bergoglio decidió pasar por el templo para rezar y confesarse. El ahora Papa reveló años después que durante esa confesión recibió «el llamado divino» que lo comprometería para siempre con el servicio a la iglesia.
Ese día suspendió el pic-nic y fue derecho a su casa a meditar sobre lo que había ocurrido. Cuatro años más tarde, el joven feligrés de San José de Flores ingresó en el Seminario Arquidiocesano para iniciar su carrera pastoral.
Transcurrió el tiempo. Bergoglio pasó del seminario del clero secular al de los jesuitas, fue ordenado sacerdote en 1969 y fue desarrollando su ministerio pastoral. Sin embargo, mantuvo siempre el cariño hacia la iglesia de Flores y su enorme devoción por San José. «Hace unos años que celebraba misa aquí: generalmente durante la Semana Santa; el 19 de marzo, día de San José, y alguna otra vez durante el año», señaló a los medios Gabriel Marronetti, párroco de San José de Flores.
Pero además, muchas veces Bergoglio visitaba la iglesia simplemente para rezar. «Se quedaba en el fondo y con ese gesto ya me daba cuenta de que no me buscaba, y yo no lo interrumpía. Lo dejaba tranquilo, respetando su momento de oración. En esas oportunidades, él no visitaba la basílica como cardenal, lo hacía como un simple devoto de San José y un peregrino».
Lugar de retiro
Francisco mantiene lazos afectivos especiales con su barrio natal a tal punto que, cuando la posibilidad de un cambio de domicilio hacia el Vaticano era algo remoto, ya había previsto que allí pasaría sus noches después de jubilarse como obispo. Su lugar sería la habitación 13 del Hogar Sacerdotal Monseñor Mariano A. Espinosa, ubicado en Condarco 581.
En esa casa vivió Francisco cuando fue vicario de Flores. Sobre la habitación elegida, había dicho: “Prefiero que no sea en la planta alta. No quiero estar por encima de nadie; no, mejor abajo”. Eso les había pedido a las hermanas del Buen y Perpetuo Socorro que cuidan el hogar, según puede leerse en una nota publicada en el diario tucumano La Gaceta, en marzo de 2013. Cuando ya se había alejado de estas calles, el Sumo Pontífice siguió siendo una presencia frecuente en el hogar, destinado por años a ser vivienda de religiosos ancianos. “Monseñor venía tipo diez de la mañana y comenzaba a recorrer una por una las habitaciones de los sacerdotes enfermos. Los escuchaba, bromeaba con ellos…era muy cálido. Después, a eso de las doce menos cuarto, se sentaba a conversar con nosotras”, recordó la hermana María Lucía Fassono.
La última misa de Bergoglio en el barrio de Flores
Una de las últimas misas en público que Bergoglio celebró como obispo de Buenos Aires fue en las calles de Flores, más precisamente en Pumacahua y Ramón L. Falcón el 11 de febrero de 2013. Resulta que, como tantas otras veces, presidió la Misa con motivo de las Fiestas Patronales de la Parroquia Virgen Inmaculada de Lourdes, pero por la cantidad de gente que asistió debieron cortar el tránsito. Se levantó un altar sobre Pumacahua, donde presidió la oración frente a unas 1200 personas. Ese mismo día Benedicto XVI había sorprendido al mundo anunciando su renuncia al trono de Pedro. Son varios vecinos los que aseguran que mientras él hablaba, ellos murmuraban: “Es el próximo Papa”. “Al terminar la Misa, cuando bajaba del altar, una señora le gritó: ‘¡Que Dios y la Virgen te hagan Papa’”, contó el Padre Raúl Laurencena, párroco de Virgen Inmaculada de Lourdes. Nunca imaginó que un mes más tarde el deseo de sus fieles se haría realidad.
El pontificado
El 23 de marzo de 2013 lo esperaban en la Basílica para que diera misa. Sin embargo esto nunca se concretó. Diez días antes, tras la renuncia de Benedicto XVI, Jorge Mario Bergoglio se convirtió en el primer pontífice latinoamericano y en el primer Santo Padre jesuita de la historia de la Iglesia, así como en el primero de sus papas que adoptó el nombre de Francisco, en honor a San Francisco de Asís.
La Sala del Papa Francisco en el Museo barrio de Flores
En nuestra Planta Baja vas a encontrar la Sala del «Papa Francisco» con la carta que nos envió apoyando el proyecto Museo, el cuadro de Carlos La Rocca y mucho objetos del paso de Jorge Bergoglio por el barrio de Flores.
Estamos en Ramón Falcón 1893, barrio de Flores. Te esperamos!