Archivo del Museo: conocé los negativos fotográficos del siglo XX

En el Museo tenemos varias fotos originales expuestas de distintas épocas. Sin embargo, muchas veces lo que vemos es el resultado final de un proceso más complejo.

Las piezas expuestas son, en general, ampliaciones de una imagen que originalmente era más pequeña. En el archivo conservamos esas versiones de menor tamaño y otras tomas. Pero quizás lo más interesante es que también poseemos los negativos originales.

Tomemos  dos ejemplos; una fotografía que muestra una bicicleteada en la Av. Varela y otra que registra una peregrinación en la misma calle, con la imagen de Santa Clara.

De ambas, tenemos en el archivo los negativos. Lo interesante es que tenemos dos variantes diferentes. Por un lado el clásico de celuloide, un material plástico derivado de la celulosa que se usa para crear la película cinematográfica y fotográfica. Las áreas claras de la imagen aparecen oscuras en el negativo, y las oscuras, claras. Este material es altamente inflamable, propenso a la degradación y puede requerir digitalización para su conservación y uso.

El otro está realizado en vidrio. El uso de este material en lugar de papel como base permitía obtener un negativo más nítido, estable y detallado, y se podían producir varias impresiones a partir de un mismo negativo.

Este es un ejemplo de un negativo de placa seca recubierta con gelatina de plata. Se podían utilizar secos y, por lo tanto , se transportaban con mayor facilidad, requiriendo menos exposición a la luz que las placas húmedas de colidón que los antecedieron. Estos negativos fueron el primer medio fotográfico duradero y económicamente exitoso.

Como pieza del archivo del museo, es interesante tener las diferentes versiones de una imagen: el negativo en seco, el negativo en celuloide, la fotografía en pequeño y su posterior ampliación.